dimecres, 1 d’octubre del 2025

25 anys de la canonització de Sant Pere Màrtir

Avui, 1 d'octubre, fa vint-i-cinc anys que el Papa Joan Pau II va canonitzar el bisbe dominic i fill d'Ascó Pere Màrtir Sans i Jordà (1680-1747). El 1893 el Papa Lleó XIII el va nomenar beat de l'església.

Us comparteixo un fragment d'un llibre de 1893 que es va publicar a Manila amb motiu de la seva beatificació.

Orgullosa por lo tanto puede estar Cataluña; y principalmente la humilde villa de Ascó de la provincia de Tarragona y obispado de Tortosa, de haber sido la cuna de este insigne predicador apostólico, maestro gloriosísimo é invicto capitán del coro de mártires dominicos que en el territorio de Fo-kien inmolaron sus vidas en holocausto á nuestra santa fé católica .

Fueron sus padres Andrés Sanz y Catalina Jordá. No nos dice la historia si eran de sangre noble, si eran ricos ó poderosos. No se estilaba en aquellos tiempos prodigar el Don, como hoy se hace ; y todo nos induce á creer que los padres del insigne mártir pertenecían á la honrada clase del pueblo, ó á la laboriosa clase media de entonces; que no figuraban en la villa de Ascó entre las principales familias, sin ser por eso oscuros y desconocidos, y que ni eran pobres hasta el extremo de ganarse el sustento con un jornal diario, ni sobrados hasta el punto de no necesitar de su trabajo para atender á las necesidades de la vida. Tampoco sabemos si el Beato Sanz era hijo único, ó tuvo otros hermanos: lo que consta es que al nacer, la comadrona creyéndole en peligro de muerte le administró el agua de socorro; y que pocos días después, el 3 de Setiembre de 1680, Mosen Damian Roger, Presbítero Beneficiado de aquella Parroquia, suplió las ceremonias solemnes del bautismo con permiso y en presencia del Dr. D. Luis Corteja, Párroco de la misma.

El Obispo de Tortosa D. Francisco Severo Auter que era religioso de Santo Domingo, al girar la visita pastoral en la villa de Ascó, administró á nuestro mártir el Sacramento de la Confirmación el 28 de Agosto de 1687.

Si por sus aficiones según la Escritura Santa se conoce al niño, y se llega á juzgar si sus obras serán derechas y puras, los primeros años del Beato Sanz nos ofrecen un ejemplo de la santidad de la infancia cristiana. Elevando y fortaleciendo su buena índole la gracia bautismal, lucía en su alma el primitivo candor de la inocencia que como rico tesoro conservaba; y era de admirar la respetuosa obediencia de aquel niño, su asiduidad para aprender las máximas de la vida cristiana y social, su amor á los ejercicios de religión, su aborrecimiento á la ociosidad y á todo pecado; y su espíritu de seriedad y recogimiento que le hacía preferir la compañía y las lecciones de su fervorosa madre á las distracciones y recreos, no siempre inocentes, de sus compañeros de edad. Su juventud, dice Touron, salió vencedora de la lucha de las tentaciones y de los contagios del mal ejemplo: sus mejores días se emplearon exclusivamente en el noble afan de santificarse á sí mismo, por la observancia de la disciplina doméstica mas diligente, y bajo el patrocinio de la Vírgen del Rosario cuya devoción crecía en él á proporción que los años y el juicio. Fué Pedro uno de esos niños que nacen viejos, que dotados de un espíritu precoz de reflexión y de sensatez imprimen en sus actos juveniles cierto sello de gravedad, que reuniendo los encantos de la infancia á la bella madurez de la edad adulta, los manifiesta como nacidos para ser santos. Circunstancia es esta que se observa en la vida de muchos de los héroes que veneramos en los altares: desde niños descubren que Dios les destina á gran virtud y perfección, complaciéndose la providencia divina en presentar en su juventud una imágen de lo que serán cuando adultos, y sobre todo en los fines de su mortal carrera. Nacen para Santos y desde sus tiernos años empiezan á serlo. ¡Admirable trabazón de la vida del hombre! como es la niñez suele ser la adolescencia y la edad crecida, y el que es bueno de niño, tiene, con la ayuda del Señor, muchas seguridades que lo será también cuando mozo y cuando viejo.

De la Villa de Ascó pasó el niño Sanz á la ciudad de Lérida al lado de su tio materno el Doctor D. Miguel Jordá primer beneficiado de aquella Iglesia Catedral, persona á quien no temieron sus padres entregarle, fiados más que en el cariño del parentesco en las luces y celo por la pureza de la fé que distinguían al respetable sacerdote. No se sabe de que edad fué el Beato Pedro á Lérida , ni los años que estuvo al lado de su tio: solo nos dicen las memorias que del particular hablan, que hizo bajo la dirección de su tio con aprovechamiento los estudios previos á toda carrera, y que adelantando en ciencia y en virtud, llegado á los 17 años pretendió de la Orden de Santo Domingo le admitiera entre sus hijos con el fin de consagrarse á Dios por la observancia de los consejos evangélicos . Ni su tio (créese que por este tiempo ya habían fallecido sus padres, á juzgar por lo que de él cuenta el Beato Serrano), ni la Orden de Predicadores opusieron la menor resistencia á una pretensión que creían proceder del cielo; y así el jóven Sanz tomó el hábito blanco y negro de los Predicadores, símbolo hermoso de inocencia y de mortificación, de pureza y de abstracción de los bienes de este mundo ,en el convento de Santo Domingo de Lérida; y pasadas con gran fervor las pruebas del noviciado tuvo la dicha de pronunciar sus votos solemnes el 6 de Julio de 1698.

Pedro José y Andrés fueron los nombres que se le impusieron en el santo Bautismo, aunque el de José era el único que usaba y prefería por la grande devoción que profesaba al Santo Patriarca; pero en su profesión religiosa quiso Dios que, para predecir su vida apostólica y su glorioso fin, los cambiase con el de Pedro Mártir , nombre con que siempre después fué distinguido. Dice el mismo Santo en una confidencia que tuvo con su compañero, el Beato Obispo de Tipasa, que optó por ese cambio para complacer á su buen tio, que profesaba tiernísima devoción al Protomartir de la Orden Dominicana.

Véanse las palabras del Beato Serrano. "No hace muchos días que me dijo su Ilma. que en elsiglo se llamaba José , pero que estando para tomar el hábito le dijo un tio suyo Capellán mayor y muy devoto de San Pedro Mártir: muchacho una cosa te pido que ahora en tomando el hábito te llames Fr. Pedro Mártir. ¡O valgame Dios, con qué propiedad da Su Majestad los nombres á sus escogidos! y lo que á nosotros parecen contingencias son disposiciones divinas. Como este buen tio había quedado en lugar de padre y madre, le correspondía su Ilma. con el cariño de hijo y así condescendió dándole este gusto; pero me decía su Ilma . que había sentido mucho el dejar su muy estimado nombre de Joseph. A esto respondí ¿pues por qué V. S. I. no se quedó con los dos en todo caso? Me dijo su Ilma: porque era muchachoy no se me ocurrió tal cosa."