Il·lustració: Luna Gil |
Ahir moria als Guiamets, el seu poble natal, l'activitat de la memòria històrica Neus Català, un exemple de dignitat en la seva llarga vida. Precisament per recordar la seva trajectòria vital, us convido a llegir aquest conte de Ruth Prada, que es pot llegir al web No me cuentes cuentos.
Neus Català, la enfermera que plantó cara a los nazis
A la pequeña Neus, su padre siempre le decía:
—Nunca te acobardes y no le bajes la mirada a nadie.
Esta consigna fue para ella como un talismán que la cargó de valor para enfrentarse a las situaciones más difíciles que se puedan imaginar.
Neus vivía en un pequeño pueblo y era hija de campesinos pobres. De niña no podía entender por qué todos los esfuerzos de la familia se reservaban para que su hermano se hiciera maestro mientras que ella no podía estudiar. Así que se fue a Barcelona a estudiar para ser enfermera.
Cuando terminó sus estudios, empezó a trabajar en un orfanato atendiendo a ciento ochenta niñas y niños huérfanos. Pero entonces estalló la guerra en España. El día que las tropas llegaron a las puertas del orfanato y a Neus no le quedó otra alternativa que huir del país, dijo con voz firme:
—¡No sin mis niñas y mis niños! —entonces los cogió a todos y consiguió llevarlos sanos y salvos a Francia, donde fueron adoptados.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. En Francia también había guerra; el país había sido ocupado por los nazis. Neus decidió quedarse y se unió a la Resistencia para luchar contra los alemanes, hasta que un día la descubrieron y la enviaron a un campo de concentración. Al llegar al campo vio tanto horror que se quedó paralizada. Pero entonces recordó la frase que tantas veces le había dicho su padre cuando era niña, alzó la mirada y decidió que no desfallecería.
En el campo de concentración las mujeres se organizaban como familias para protegerse unas a otras y las mayores cuidaban a las más jóvenes. Neus adoptó a una chica llamada Titi.
—Titi, quédate a mi lado y no te pasará nada malo. —le decía siempre Neus cuando las cosas se ponían feas.
Los nazis enviaron a Neus a trabajar a una fábrica de armas, pero ella y sus compañeras no querían que esas municiones sirvieran para ayudarles a ganar la guerra, así que empezaron a hacer sabotaje: mientras manipulaban las balas, escupían y les metían moscas dentro para dejarlas inservibles. Fueron tan listas y lo hicieron tan bien, que los nazis creyeron que las cosas salían mal porque eran vagas y las llamaban «comando de gandulas».
Neus resistió hasta el día en que terminó la guerra y se abrieron las puertas del campo de concentración. Consiguió sobrevivir muchos más años hasta llegar a ser una anciana centenaria. Y durante su larga vida, siempre mantuvo la mirada alta y desafiante, como le enseñó su padre.
Y así fue como Neus Català, con valentía y arrojo, luchó contra los nazis, salvó muchas vidas y consiguió resistir las situaciones más duras.
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