diumenge, 5 de març del 2023

Ascó al portal "Historia Hispánica"

Aquests dies s'ha presentat el portal Historia Hispánica en el qual hi ha geolocalitzats més de 20.000 esdeveniments i 50.000 personatges, una enciclopèdia digital elaborada per la Real Alcademia de la Historia.
Quan busquem Ascó en el cercador, veiem que hi té catalogats dos personatges i cap esdeveniment. Els dos personatges són Sant Pere Màrtir Sans i Jordà, bisbe dominic nascut a Ascó el 1680, que va morir màrtir a la Xina el 1747. En paraules de Carmel Biarnés, "un català universal". L'altre personatge que hi apareix és Heraclio Gautier Larraínzar, un aviador militar nascut a Guadalajara que va trobar la mort a Ascó, en els primers dies de la Batalla de l'Ebre mentre conduïa el seu aparell.
San Pedro Mártir

Sans y Jordá, Pedro José. San Pedro Mártir. Ascó (Tarragona), 2.IX.1680 – Foochow (China), 26.V.1747. Misionero dominico (OP), mártir, santo.

Pedro José Sans y Jordá nació en la tarraconense Ascó, diócesis de Tortosa, el 2 de septiembre de 1680. El 6 de julio de 1698 hizo su profesión religiosa en la Orden de Predicadores en el Convento de Lérida, momento en que cambió su nombre de pila por el de Pedro Mártir y donde cursó los estudios de Filosofía y Teología. El 20 de septiembre de 1704 era ordenado sacerdote, y ejerció el ministerio sacerdotal en Lérida, época en la que se distinguió por la solicitud y caridad con que atendió a los heridos de la guerra de sucesión. Cuatro años después fue asignado al Convento de San Ildefonso, de Zaragoza, en calidad de predicador itinerante, allí se distinguió como apóstol del rosario de la Virgen María. Respondió a la necesidad de misioneros en Extremo Oriente y salió de Cádiz el 16 de septiembre de 1712 y a finales de agosto de 1713 se hallaba ya en Manila.
Aprendió el idioma chino y el 12 de junio de 1715 partía para las misiones en China. Convenientemente disfrazado, pudo introducirse en terrenos de misión en China, sometidos a fuerte persecución, donde comenzó a desplegar intensa actividad apostólica, en medio de grandes peligros, sufrimientos y dificultades en el distrito de Fogan. No mucho después fue nombrado vicario provincial de los misioneros dominicos para el período 1718-1720 y lo fue otra vez entre 1725-1727, pero cuando arreció la persecución, los frailes prefirieron retirarse a Cantón en 1730 para no perjudicar a los cristianos. Allí le llegó el nombramiento de obispo titular de Mauricastro, y coadjutor del vicario apostólico de Fukien, fue consagrado el 24 de febrero de aquel mismo año y el 3 de enero de 1732 sucedió al vicario apostólico en el cargo. Ante la responsabilidad que había adquirido y en vista de que poco podría hacer desde Cantón, decidió arriesgarse y con otros cuatro dominicos se internó en la provincia de Fokien en 1738, y fijó su residencia en Moyang. El 25 de junio de 1746 llegó un emisario del virrey de Fochew para prender a los misioneros. Monseñor Sans, de sesenta y seis años de edad, herniado, con vómitos de sangre y las piernas hinchadas, con habilidad y astucia se pudo librar de caer en manos de sus perseguidores. Después de días y noches sin comer ni dormir, agotado por la persecución, imposibilitado de andar, creyó llegado el momento de dar la vida por la fe: era el 30 de junio de 1746. Pronto fue apresado y conducido a Foochow, fuertemente maniatado, el día 6 de julio. Sometido a un pesado interrogatorio, dio una vez más testimonio elocuente de su fe. Encerrado en un calabozo con otros misioneros, tuvieron que aguantar indecibles tormentos. Fue decapitado el 26 de mayo de 1747.
El papa Benedicto XIV, en el consistorio del 16 de septiembre de 1748, cantó las glorias de estos mártires de China y le proclamó insigne. El papa León XIII lo beatificó el 14 de mayo de 1893, y Juan Pablo II lo canonizó el 1 de octubre de 2000. La Orden de Frailes Predicadores celebra su memoria el 15 de enero, junto con los demás compañeros mártires de China.


Heraclio Gautier Larraínzar

Gautier Larraínzar, Heraclio. Guadalajara, 10.VIII.1911 – Ascó (Tarragona), 28.VII.1938. Aviador militar.

Hijo de uno de los primeros aerosteros militares que hubo en España, ingresó Heraclio Gautier a los dieciséis años de edad en la Academia Militar de Ingenieros, en Guadalajara, de la que salió promovido a teniente en 1932. Decidido desde niño a ser aviador, logró ser en 1935 observador de aeroplano (pese a las dificultades creadas por la situación que a la sazón pasaba España). El 18 de julio de 1936 se encontraba encuadrado en las Fuerzas Aéreas de Marruecos, como observador de los Breguet XIX de Tetuán, y participó desde el primer momento en las operaciones del Estrecho, pasando en septiembre a formar parte del grupo de bombardeo 1-G-22, organizado con algunos Junkers 52 sacados del “puente aéreo”.

Con este grupo participó en los combates desarrollados en torno a Madrid aquel otoño, y en la dura batalla del Jarama, en febrero de 1937, en la que los Junkers marcaron la pauta de aquel “bombardearemos, caiga quien caiga” de Calderón.

Ascendido a capitán por méritos de guerra, continuó en la misma unidad, tomando parte en los vuelos de abastecimiento a los defensores del santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en el frente Sur, y, posteriormente, en el frente Norte, combatió en las campañas de Vizcaya y de Santander. Destinado como jefe de observadores al grupo 3-G-28, de trimotores Savoia 79, participó en la dura batalla que se desarrolló en torno a la villa de Belchite, en agosto y septiembre de 1937, donde las fuerzas nacionales, abastecidas desde el aire, realizaron una increíble y desesperada resistencia ante fuerzas enemigas veinte veces superiores en número. La labor del capitán Gautier, como jefe de observadores, fue calificada por el Mando como “muy precisa, de gran eficacia en sus bombardeos, muy valiente...”, pero él quería ser piloto, y en 1938 realizó el correspondiente curso, y el de caza, y terminado éste, fue destinado al grupo 3-G-3.

Cruzado el Ebro por las fuerzas gubernamentales el 25 de julio de 1938, era para éstas fundamental tender y mantener puentes y pasarelas sobre el río, constituyendo la existencia de estos medios de paso, preocupación constante de ambos contendientes a lo largo de la batalla, siendo la Aviación nacional la encargada de localizarlos y atacarlos a medida que eran tendidos. Durante la noche del 27 al 28 de julio, y para reponer los destruidos en los bombardeos del día anterior, tendieron los pontoneros republicanos un puente en Ascó, por el que al amparo de la niebla matinal, comenzaron a pasar una considerable cantidad de artillería y medios blindados.

Era necesario un reconocimiento del río, a baja altura, y se encargó realizarlo a la escuadrilla 7-E-3, que aquella misma mañana había llegado del frente de Extremadura, al mando del capitán Gautier. Decidió éste ser él quien realizara la peligrosa misión, y, acompañado de otro Fiat de su escuadrilla, pilotado por el teniente Robles, despegó del aeródromo de campaña de Escatrón y se dirigió al frente, viéndose forzado por las malas condiciones atmosféricas, a descender a menos de 100 metros del suelo, recibiendo un tremendo fuego cruzado de los muy numerosos emplazamientos de armas antiaéreas, automáticas, emplazadas por el enemigo en ambas márgenes del Ebro para proteger puentes y pasarelas.

La pareja de Fiat recorrió el río a lo largo, localizando el importante puente, pero no fue invulnerable a la maraña de mortales trazadoras, y el avión del capitán Gautier fue alcanzado por varios proyectiles; el teniente Robles le vio llevarse la mano al pecho y retirarla ensangrentada, continuando, no obstante, la misión hasta que, perdido el control del avión, fue éste a caer, violentamente, en terreno propio, perdiendo la vida Heraclio Gautier. El puente de Ascó fue bombardeado y destruido aquella misma tarde.

El heroísmo del capitán Gautier fue recompensado el día 29 (siguiente al de su muerte) con la Medalla Militar individual, y en el decreto de concesión, al relacionar los méritos que lo justificaban, se decía: “[...] culminando el día 28 de julio pasado en que, habiendo recibido orden de reconocer los puentes tendidos por el enemigo sobre el Ebro, tuvo que descender a menos de cien metros, por las deplorables condiciones meteorológicas, sufriendo intenso fuego enemigo, que motivó varios impactos en el depósito de gasolina y graves heridas al capitán Gautier, el cual, no obstante, prosiguió su misión hasta el final, poniendo de manifiesto su elevado espíritu en el cumplimiento de su deber, en el cual encontró gloriosa muerte”.